Tras el trágico accidente del pasado lunes en el metro de Ciudad de México linea 12, la pesadilla para los familiares de las víctimas no había hecho más que empezar.
Algunos sospechaban que sus seres queridos podían estar en ese tren entre las estaciones de Olivos y Tezonco pero no lograban comunicarse con ellos. Muchos familiares acudieron al lugar del siniestro, otros seguían buscando por los hospitales incluso al día siguiente, sin éxito.
Muchos se encontraron a las puertas de la improvisada morgue instalada en el humilde barrio de Iztapalapa, donde les tocó realizar el trámite que se negaban a aceptar que fuera ya la única posibilidad: identificar a sus muertos.
Y otros, tras pasar toda la noche velando en los hospitales por sus familiares heridos graves, acabaron recibiendo de los médicos la noticia que no querían escuchar.
Marcos González Díaz
Corresponsal de BBC News Mundo en México
Algunos de los 25 fallecidos en el accidente de la línea 12 del metro compartían historias en común.
Muchos salían de sus puestos de trabajo y otros regresaban a sus casas en la alcaldía de Tláhuac, una de las más grandes y populares en el sureste de la ciudad y llena de gente trabajadora que se desplaza a diario a otras zonas de la capital.
La mayoría era consciente de las múltiples fallas que esta línea había presentado en su funcionamiento durante años, pero no contaban con otro transporte que les permitiera llegar de manera económica hasta el centro y evitar el enorme tráfico de la ciudad.
Las víctimas y sus familiares conforman la cara más dura y dramática de la peor tragedia de los últimos años en Ciudad de México. Estas son algunas de sus historias.
La víctima más joven
La de Brandon Giovanny Hernández es, probablemente, la que mayor conmoción causó en el país. Tenía solo 12 años.
El niño vivía junto a su familia en una colonia de Tláhuac con calles de tierra, asentamientos irregulares y alejados de las principales vías de comunicación.
Para llegar a la conocida como “línea dorada” del metro, la familia tenía que usar mototaxis.
El lunes, Giovanny viajaba en metro junto a la pareja de su madre. Regresaban del restaurante donde trabajaba el hombre y donde el niño ayudaba lavando platos.
Quizá por eso a Giovanny le interesaba la cocina. Según sus amigos y vecinos, quienes lo definen como un niño alegre, también le gustaba mucho el fútbol.
Cuando ocurrió el accidente, el hombre resultó herido grave pero, según la familia, se encuentra estable. Del niño, sin embargo, nada se sabía.
Su madre Marisol recorrió los hospitales toda la noche junto a la abuela de Giovanny, pero nadie les daba noticias de su paradero. El martes, desesperadas, hicieron un estremecedor llamamiento ante los medios para que alguien les ayudara.
“¡Díganme si está vivo o muerto! ¡Díganme dónde está! ¿Dónde está mi nieto?”, gritaba la abuela entre lágrimas.
Ante la falta de información, denunciaron la desaparición del niño y la Fiscalía capitalina emitió una alerta Amber para localizarlo.
Cuando periodistas le preguntaban si habían acudido a las morgues, su madre insistía en que su hijo estaba desaparecido. Guardaba la esperanza de que pudiera haber salido ileso y estar perdido en algún lugar.
En la noche del martes, el nombre de Brandon Giovanny apareció en la lista de fallecidos tras el accidente.
“Teníamos planes para el 10 de mayo (Día de la Madre en México). Ahora lo voy a enterrar”, dijo sollozando Marisol a medios locales tras identificar el cuerpo de su pequeño.
Este miércoles, la familia lo despidió en un emotivo funeral entre lágrimas, aplausos, flores y confeti. Sobre el pequeño ataúd blanco, lucía una foto de Giovanny muy sonriente con traje de graduado.
“No tenías que estar aquí, hijo mío no te vayas”, dijo su madre Marisol.
Doble tragedia en la familia
La familia Lezama también vivió la tragedia por partida doble.
Nancy, de 22 años, y su hermana Tania, de 15, regresaban a su casa en metro desde el centro comercial en Iztapalapa en el que Nancy estaba empleada.
Su primo Jorge dijo que ella realmente no trabajaba los lunes, pero había acudido allá para cenar junto a su novio y su hermana. Tras el accidente, perdieron su rastro.
Como muchas otras personas, Jorge recurrió a las redes sociales para publicar fotos de sus primas. Los mensajes de ayuda se hicieron automáticamente virales entre quienes querían ayudar a localizar a los desaparecidos o incluso ofrecían su ayuda económica para los heridos.
Según le contó Jorge al diario El Universal, a la primera que encontraron fue a Tania herida grave en un hospital con “el diagnóstico de no volver a caminar” tras haber sufrido una hemorragia interna y fractura de columna.
Horas más tarde este martes, el propio Jorge confirmó en su cuenta de Facebook que Nancy fue localizada sin vida.
“Agradecemos a todas las personas que nos apoyaron en la difusión de esta noticia (…). Les pido oraciones por la lucha que se está llevando para que Tania salga adelante”, escribió.
La muerte tras vencer al covid-19
Cristian López, de 41 años, regresaba a su casa como cada día desde las oficinas gubernamentales de Prevención y Desadaptación Social.
Originario de Oaxaca, el hombre se había reincorporado a su puesto tras haber vencido al covid-19, enfermedad que le llevó incluso a estar intubado.
La línea 12 era la que le llevaba hasta su domicilio en el Valle de Chalco. Tras buscarlo por hospitales y pedir ayuda por redes sociales, su familia fue informada de su muerte este martes.
Alejandro Mendoza, de 53 años, era contador y salió de su trabajo el lunes por la noche hacia el metro para dirigirse a su casa, en el centro de Tláhuac.
Su pareja tuvo la última comunicación con él algo antes de las 10:00 de la noche. “Desde entonces, entra la llamada al teléfono, pero nadie contesta”, le dijo a BBC Mundo su hijo Kevin al inicio de la tarde del martes.
El joven de 24 años buscaba a su padre por los hospitales de la ciudad en aquel momento. Su nombre no aparecía en ningún listado de víctimas, por lo que tenía la esperanza de que su padre estuviera herido pero no hubieran podido identificarlo.
Horas después, se confirmó que era otra de las víctimas mortales.
El metro como única opción de transporte
Yuliana Torres sabía que algo iba mal cuando se enteró por televisión del accidente y tampoco conseguían hablar por teléfono con su marido.
Juan Luis Díaz, de 38 años, era chófer de empresa y vivía con su esposa y único hijo en Tláhuac.
“Tomaba esta línea por cuestiones de trabajo. No nos quedaba más opción, por economía, por ahorrar tiempo…”, le dijo la mujer a BBC Mundo el martes frente al hospital en el que fue ingresado después de que los equipos de emergencia lo sacaran del metro con vida.
Antes de llegar al centro médico, sin embargo, sufrió un paro cardíaco y falleció. Tras casi 12 horas en el hospital, y aún sin haber asimilado la noticia, Yuliana esperaba resignada para hacer los trámites funerarios.
Esa misma tarde, los familiares de José Luis Hernández, quien fue uno de los primeros cuerpos en ser rescatado de entre los restos de los vagones, recibieron su cadáver.
El hombre de 60 años tomaba esa línea de metro todos los días para llegar a su trabajo en un taller de carrocería. Su hijo Luis Adrián contó a los medios que murió en el acto.
Los médicos le dijeron que su padre había quedado aplastado por otros pasajeros que intentaban escapar, con traumas y hematomas en diversas partes del cuerpo.
“Es algo muy feo ver a tu padre así por última vez”, dijo afectado.